Proyecto de Ley 106: Cuando un sistema le falla a sus cebras

Mi historia, "La Cebra y la Sombra", trata sobre el costo personal de un sistema médico diseñado para la probabilidad. Detalla un viaje de quince años a través de un mundo construido para "caballos", un mundo donde el galope silencioso y complejo de una "cebra" es descartado como ruido.

Esa historia fue una bengala de auxilio, un relato personal de un fallo sistémico. Pero hoy, ese fallo ya no es una brecha silenciosa en el sistema; es un abismo que se ha abierto en público, enfrentando al gobierno de Quebec contra sus propios médicos especialistas. La disputa actual sobre el Proyecto de Ley 106 no es una riña política aislada. Es la manifestación a gran escala y en tiempo real del mismo fallo de diseño que dejó a pacientes como yo en la oscuridad durante más de una década. No se trata de una grieta cosmética en el muro de nuestro sistema de salud. Los cimientos mismos del diseño están fallando.

La filosofía de "primero los caballos" se convierte en ley

En el corazón del Proyecto de Ley 106 se encuentra un enfoque en los indicadores de rendimiento y el volumen de pacientes, un intento de resolver problemas sistémicos complejos optimizando la velocidad y la cantidad. Desde una perspectiva administrativa, esto suena a eficiencia. Desde la perspectiva de un paciente, es aterrador. Es el gobierno intentando codificar en ley la filosofía de "primero los caballos".

Este enfoque elimina sistemáticamente el tiempo y los matices necesarios para los diagnósticos complejos. Cuando la compensación está ligada al volumen, síntomas vagos pero persistentes junto a pruebas negativas se convierten en una pérdida de tiempo no rentable. Esto me obliga a hacer una pregunta escalofriante: bajo la lógica del Proyecto de Ley 106, ¿habría obtenido alguna vez mi diagnóstico? Cuando mi primera ronda de pruebas reumatológicas en Vietnam resultó negativa, ¿qué incentivo habría tenido un médico, presionado por el tiempo y el volumen, para ordenar una prueba de imagen secundaria e "innecesaria"? El avance en mi historia ocurrió en ese pequeño margen de curiosidad diagnóstica, el espacio mismo que este proyecto de ley busca eliminar.

La Fédération des médecins omnipraticiens du Québec (FMOQ) identificó correctamente este peligro cuando advirtió que el proyecto de ley conduciría a "consultas más cortas y menos personalizadas". Para un caballo con una dolencia común, esto puede ser un inconveniente. Para una cebra, es una garantía de pasar desapercibido.

El conocimiento en huelga

El elemento más profundo de la protesta de los especialistas no es lo que están haciendo, sino lo que han dejado de hacer: enseñar. Al detener la transferencia de su conocimiento especializado a la siguiente generación de médicos, están emitiendo una poderosa declaración sobre el valor de dicho conocimiento.

Este "conocimiento especializado" no es solo información de un libro de texto; es el arte y la ciencia del diagnóstico, perfeccionado a lo largo de décadas de reconocimiento de patrones. Es la sabiduría clínica que sabe cuándo el mapa está equivocado, y la experiencia para confiar en la historia de un paciente por encima de un informe de laboratorio. Es la curiosidad diagnóstica que, incluso después de ver un panel completo de análisis de sangre negativos, impulsa a un médico a preguntar: "¿Qué más podría ser esto?" Es la comprensión que, ante un dolor de rodilla nuevo y persistente, conecta ese síntoma con un historial de 15 años y ve una razón para indagar más profundamente con una herramienta diferente —como una ecografía— en lugar de simplemente atribuirlo al 'caballo' aislado del envejecimiento. Ese es el conocimiento que actualmente está en huelga.

El sistema intenta convertir a los diagnosticadores en obreros de fábrica. Como protesta, han respondido deteniendo la transferencia de su oficio, demostrando que es un arte, no una tarea de producción en cadena. Corremos el riesgo de formar una generación de técnicos médicos, no de diagnosticadores; profesionales exquisitamente entrenados para seguir diagramas de flujo para caballos, pero sin el equipo necesario para reconocer a una cebra.

La vista desde la sala de máquinas

Durante veinte años, mi vida profesional se ha dedicado a construir y gestionar software de facturación médica para la RAMQ. Vivo y respiro códigos de diagnóstico. Entiendo la lógica administrativa que sustenta nuestro sistema de salud porque ayudo a construir las herramientas que lo ejecutan. También llevo las cicatrices de haber sido su fantasma.

Desde esta doble perspectiva, puedo ver el fallo fundamental del Proyecto de Ley 106: confunde el mapa con el territorio. El "mapa" es el sistema administrativo: los códigos de diagnóstico, los formularios de facturación, las métricas de rendimiento. Es una representación simplificada de la realidad. El "territorio" es el paciente: una realidad desordenada, compleja y profundamente humana que desafía una categorización simple.

Durante quince años, el "mapa" de mi salud fue una colección impoluta de resultados de laboratorio normales, donde cada nuevo síntoma se resolvía nítidamente en una conclusión benigna, tipo "caballo". Pero el "territorio" de mi cuerpo estaba en un estado de colapso silencioso. Mi historial mostraba un caballo; mis articulaciones gritaban cebra. El Proyecto de Ley 106 incentiva peligrosamente este error cartográfico, recompensando a los profesionales por leer el mapa rápidamente, no por explorar el territorio en absoluto. El objetivo cambia de encontrar la respuesta correcta para el paciente a encontrar la ruta más rápida hacia un código facturable que satisfaga una métrica.

El sonido de un sistema bajo estrés

Este análisis no trata de asignar culpas. Los médicos, los estudiantes y los administradores del gobierno están todos, a su manera, atrapados dentro de una estructura que se está doblando bajo la presión de su propio diseño.

Mi historia comenzó con un susurro silencioso. Hoy, la protesta de los especialistas es un rugido desde el corazón de la máquina. Es otra forma de "un galope más sonoro", una señal desesperada de los propios profesionales de que el sistema se está volviendo inhóspito para el mismo trabajo que se supone que deben hacer. Debemos escucharlo no como una amenaza política, sino como una herramienta de diagnóstico crítica. Nos está diciendo que las estructuras de carga están fallando.